El siglo XX fue testigo del auge de la ciencia y la tecnología, pero también de una creciente polarización social. En este contexto, Isaac Asimov, reconocido escritor de ciencia ficción y divulgador científico, se preocupó por un fenómeno que consideraba peligroso: la «secta del desconocimiento».
En su ensayo publicado en 1980, Asimov denunció la existencia de una corriente cultural en Estados Unidos caracterizada por la desconfianza hacia la experticia y la preferencia por lo irracional. Su análisis se centró en las consecuencias sociales de este fenómeno, argumentando que la falta de educación y el rechazo al conocimiento científico ponían en peligro el progreso y la democracia.
La «secta de la ignorancia» según Asimov
Asimov acuñó el término «secta del desconocimiento» para describir un grupo social que se caracterizaba por rechazar la información científica y la opinión de los expertos. Según él, este grupo se basaba en creencias irracionales y prejuicios, prefiriendo las opiniones subjetivas a las evidencias objetivas. Asimov veía esta tendencia como una amenaza para el desarrollo intelectual y social de Estados Unidos.
Para Asimov, la «secta del desconocimiento» no era un grupo organizado con líderes definidos, sino más bien una corriente cultural que se manifestaba en diferentes ámbitos de la vida pública. Se expresaba a través de la desconfianza hacia las instituciones científicas, la resistencia a las políticas basadas en evidencia y la aceptación de teorías conspirativas sin fundamento.
La «secta del desconocimiento», según Asimov, no solo se limitaba a rechazar el conocimiento científico, sino que también promovía una visión distorsionada de la realidad. Este grupo tendía a simplificar los problemas complejos, buscando soluciones fáciles y rápidas que ignoraban las complejidades del mundo real.
Desconfianza hacia la experticia
Asimov criticó duramente la creciente desconfianza hacia la experticia en Estados Unidos. Consideraba que la opinión de los expertos, basada en años de estudio y experiencia, debía ser valorada y respetada. Sin embargo, veía cómo esta confianza se erosionaba a medida que crecía el poder de las voces sin fundamento científico.
Para Asimov, la desconfianza hacia la experticia era un síntoma preocupante de una sociedad que priorizaba la opinión personal por encima del conocimiento objetivo. Esta tendencia, según él, impedía el progreso científico y tecnológico, ya que se dificultaba la toma de decisiones informadas basadas en evidencia.
La falta de respeto hacia la experticia, argumentaba Asimov, también afectaba a otros ámbitos como la política y la educación. Las personas que no valoraban la opinión de los expertos se volvían más susceptibles a las manipulaciones y propaganda, lo que podía tener consecuencias negativas para la democracia.
Preferencia por la irracionalidad

Asimov denunció la creciente preferencia por la irracionalidad en Estados Unidos. Observaba cómo las creencias sin fundamento científico ganaban terreno, impulsadas por el miedo, la desinformación y la búsqueda de respuestas fáciles a problemas complejos.
Para Asimov, la irracionalidad era un obstáculo para el progreso humano. La capacidad de razonar críticamente y analizar información objetivamente era fundamental para tomar decisiones informadas y construir una sociedad justa e igualitaria.
La preferencia por lo irracional, según él, se manifestaba en diferentes formas: desde la creencia en teorías conspirativas hasta la aceptación de prácticas supersticiosas. Asimov veía esta tendencia como un retroceso en el desarrollo intelectual de la humanidad.
Críticas a figuras políticas
Asimov no dudó en criticar a figuras políticas que promovían el desconocimiento y la irracionalidad. En su ensayo, mencionó a Eisenhower y George Wallace como ejemplos de líderes que apelaban al miedo y la demagogia en lugar de ofrecer soluciones basadas en evidencia científica.
Para Asimov, la responsabilidad de los políticos era promover el conocimiento y la educación, no alimentar las divisiones sociales y la desconfianza hacia la experticia. Consideraba que la falta de compromiso con la verdad y la evidencia científica por parte de algunos líderes políticos contribuía a la crisis del conocimiento en Estados Unidos.
Falta de habilidades lectoras básicas
Asimov se alarmó por el número creciente de estadounidenses que carecían de habilidades lectoras básicas. Consideraba que la educación era fundamental para el desarrollo individual y social, y que la falta de acceso a la información escrita limitaba las oportunidades de los individuos.
Para Asimov, la alfabetización no solo implicaba saber leer y escribir, sino también comprender textos complejos y analizar información críticamente. La falta de habilidades lectoras básicas, según él, impedía a las personas participar plenamente en la vida social y política, y les hacía más vulnerables a la manipulación.
Resistencia al conocimiento

Asimov identificó una resistencia al conocimiento como uno de los factores que contribuían a la «secta del desconocimiento». Observaba cómo algunas personas se negaban a aceptar información nueva que desafiaba sus creencias preconcebidas, incluso cuando esta información estaba respaldada por evidencia científica sólida.
Para Asimov, la resistencia al conocimiento era un obstáculo para el progreso humano. La capacidad de aprender y adaptarse a nuevas ideas era esencial para la evolución y el desarrollo de la sociedad.
Democracia y la percepción del conocimiento igualitario
Asimov argumentó que la democracia se basaba en la participación ciudadana informada. Sin embargo, observaba cómo la «secta del desconocimiento» promovía una visión distorsionada de la democracia, donde se consideraba que «todos los conocimientos son iguales», independientemente de su fundamento científico o evidencia empírica.
Para Asimov, esta percepción era peligrosa porque podía llevar a la toma de decisiones basadas en emociones y prejuicios en lugar de en información objetiva. La democracia, según él, dependía del debate informado y el respeto por la experticia para poder funcionar correctamente.
El optimismo de Asimov
A pesar de su crítica contundente, Asimov no se mostraba pesimista sobre el futuro. En su ensayo, expresaba un optimismo poco común al afirmar que todos podían acceder a la educación y desarrollar el pensamiento crítico necesario para combatir la «secta del desconocimiento».
Para Asimov, la clave estaba en promover la educación científica desde temprana edad, fomentar el debate público basado en evidencia y fortalecer las instituciones democráticas. Creía que era posible construir una sociedad más justa e igualitaria basada en el conocimiento y la razón.
Conclusión
El ensayo de Asimov sobre la «secta del desconocimiento» sigue siendo relevante hoy en día. Las preocupaciones que planteó sobre la desconfianza hacia la experticia, la preferencia por la irracionalidad y la resistencia al conocimiento siguen siendo desafíos importantes para las sociedades modernas.